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Madres Desesperadas, Mujeres Agobiadas

La Maternidad puede ser gratificante pero al mismo tiempo puede convertirse en una fuente constante de frustración y desgaste.  ¿Será este su caso?, ¿desea prevenirlo?. En esta entrevista en Video el Dr. Eduarte profundiza en algunas razones comunes que pueden generar una ¨Maternidad Agobiante¨.

Desea reflexionar con nosotros ingrese aquí para disfrutar este video y por favor no deje de compartirlo con sus contactos.  Al final esperamos sus comentarios.

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!Auxilio, mi hijo es irresponsable!

La responsabilidad se ubica en la consciencia

Muchos padres de familia constantemente se quejan de que sus hijos no asumen sus deberes de manera responsable, incluso, esto se transforma en una situación cargada de tensión a nivel familiar, donde se inicia un ajedrez entre padres e hijos donde alguna de las partes intenta ganar la partida.  Desde los padres de familia la frustración va en aumento hasta que su capacidad de influencia es nula, imposibilitando aún más que el valor de la responsabilidad se eduque de manera efectiva.

Lo anterior nos lleva a replantear las estrategias al formar el valor de la responsabilidad, comprendiendo que el mismo se encuentra ubicado en la consciencia humana, es decir, cuando un padre de familia desea aumentar el sentido de responsabilidad de los hijos primeramente debe aumentar su consciencia.  Es imposible que exista responsabilidad sin consciencia, en otras palabras, para hacer crecer la responsabilidad hay que hacer crecer la consciencia.

Podríamos anotar que la consciencia tiene relación con la capacidad de reflexionar y valorar ante todo las consecuencias de los actos, siendo ese estado de conexión el que permite involucrarnos con las situaciones de manera tal que elijamos nuestras acciones. Algunos autores plantean que la palabra responsabilidad proviene del latin que significa “habilidad de responder”.  Por su parte el diccionario de la Real Academia expresa que responsabilidad significa “Obligado a responder por algo o alguien”, por tanto los padres de familia deberán en buena teoría aumentar esa capacidad de respuesta a través de las diferentes etapas del desarrollo.

Señales de alerta

Uno de los valores en los cuales los padres de familia deben invertirse en la formación de los hijos es el valor de la responsabilidad, ya que este estará presente a lo largo de su vida y en todos sus escenarios.  Es importante identificar algunos síntomas que reflejan que el valor de la responsabilidad no está siendo internalizado en los hijos e hijas:

  1. El hijo no cumple con ciertas tareas familiares asignadas
  2. El hijo no cumple con las tareas y proyectos escolares
  3. El hijo realiza las tareas familiares y escolares porque se le amenaza constantemente
  4. El hijo cuando lleva a cabo sus deberes lo abandona si se convierten en deberes complicados o displacenteros
  5. El hijo al tomar decisiones no toma decisiones analizando las diferentes alternativas, escogiendo la conveniente
  6. El hijo no asume las consecuencias de sus decisiones, no reconoce sus errores
  7. El hijo no respeta las reglas impuestas

Hijo con actitud irresponsable versus hijo con actitud de vagancia

Algunas veces se confunde la conducta irresponsable con la conducta de vagancia, por lo que es importante hacer ese contaste dado que el tratamiento de ambas condiciones es diferente. Cuando hablamos de vagancia, se hace referencia a la ausencia de ganas o bien de estímulo en el momento de realizar determina actividad o tarea, mientras que la irresponsabilidad no tiene relación con la ausencia de ganas sino con déficit en la habilidad de respuesta, siendo necesario diferenciar ambos aspectos si deseamos implementar una intervención efectiva.

En el caso de la vagancia se debe aumentar el estímulo o la ganas, una posibilidad es asociar la tarea poco o nada estimulante con un aspecto que despierte el interés del hijo.  Se debe procurar que todo estímulo que se asocie a la conducta de vagancia no afecte el desempeño y objetivo de la actividad o tarea principal, sino que por el contrario lo aumente.

La triada de la Responsabilidad

La responsabilidad se sostiene a partir de tres elementos que los padres de familia deben estimular de manera intencional:

  1. Visión de deber: los deberes son obligaciones, los cuales están presentes a lo largo de todas las etapas del desarrollo, sin embargo, hay padres de familia que presentan dinámicas familiares y estilos de crianza que colocan a los hijos en una posición de confort, donde los deberes son asumidos por los padres dado su estilo sobreprotector.  Incluso en ocasiones es el propio padre quien asume las consecuencias de los deberes no realizados por los hijos, por ejemplo: ¿has visto a los padres que le realizan las tareas a los hijos?
  2. Autonomía: esta cualidad se estimula desde la primera infancia de los hijos y se manifiesta cuando empiezan a caminar y a independizarse de los padres; toman sus decisiones y en ocasiones si no existe en el entorno una respuesta favorable a este accionar se genera una sensación de duda y vergüenza, que le restará autonomía para el resto de su vida sino se interviene de manera específica.  ¿Cuántos niños y adolescentes no carecen de autonomía?, ¿a cuántos de ellos hay que insistirles en sus deberes para que los lleven a cabo? ¿ Será eso autonomía?
  3. Rendición de cuentas y consecuencias: cuando en una familia los deberes no están asociados a un proceso de rendición de cuentas, posiblemente se limita la interiorización de los deberes en los hijos e hijas.  Todo hijo debe comprender que en algún momento deberá dar cuentas por sus acciones o por sus inacciones, esa consciencia es la que culmina la posibilidad de que el valor de la responsabilidad se manifieste.

Estos tres aspectos los podemos trasladar al plano espiritual, Dios en el libre albedrío que nos entregó a los seres humanos, nos permitió ser autónomos, es decir, administrar nuestra libertad, sin embargo, nuestro Padre Celestial, nos recuerda constantemente nuestros deberes cristianos, generándonos consciencia de que en algún momento de la vida tendremos que rendir cuentas de nuestras acciones, por lo que surge una pregunta: ¿estamos administrando nuestra propia vida de manera responsable?

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El poder del ejemplo

El discípulo refleja al maestro

¡De tal palo, tal astilla!, es una frase popular que nos recuerda la influencia que tienen los padres de familia en el desarrollo de sus hijos, y aunque en esta frase podríamos añadir la salvedad “aplican restricciones”, en la mayoría de casos es indudable que el comportamiento de los hijos e hijas es un reflejo del propio comportamiento de sus padres.

Sabemos que los medios de comunicación, los pares y las modas, entre otros factores influyen en el comportamiento de las personas menores de edad, sin embargo, los padres de familia son la mayor influencia en la socialización de los hijos, pues son la principal fuente de afecto además de ser los primeros referentes de su propio comportamiento.  Es así que todo padre de familia debe constantemente hacer un alto en el camino y cuestionarse que les está transmitiendo a sus hijos.

¿Has hecho consciente lo que transmite a sus hijos?

Definitivamente lo que un padre de familia forma en sus hijos trasciende en su vida, es información que afecta el estilo de interactuar con los otros, la personalidad, la visión al futuro, las actitudes y ante todo establece patrones de conducta que aunque sean disfuncionales pueden permanecer en el tiempo.  Escucho constantemente adultos que expresan “yo no grito así hablo yo, porque así hablaba mi mamá”, lo que ilustra la influencia de la cual estamos haciendo referencia.

Algunas teorías psicológicas plantean que el modelaje es el principal medio de aprendizaje social, el cual funciona a través de la observación, por lo que consciente e inconscientemente el hijo adopta conductas de sus padres y culmina imitándoles.  Incluso hay que recordar que desde esta perspectiva  hay hijos que prefieren recibir de sus padres el modelaje más distorsionado posible, esto con el fin de justificar su propio comportamiento y desde ese modelo justificarse.

¿Qué deseo formar en mis hijos?

Es una pregunta que nos coloca en una posición de consciencia y ante todo de alineación, es decir, nos invita a empatar nuestro comportamiento con aquellos ideales formativos que deseamos alcanzar en nuestros hijos e hijas, de manera tal que permite redireccionar nuestra energía, nuestras prioridades y lo más importante nos ayuda a renovar nuestro ser, es decir, donde está nuestra esencia: los valores.

Todo padre de familia coherente de su misión parental debe estar convencido de que su papel se resume a la formación de valores para la vida, pues son estas las herramientas que no sólo facilitan una toma de decisiones acertada sino que gratifican al brindar un sentido de realización.

Cuando un padre de familia se ha trazado un objetivo en su misión, posiblemente al pasar los años podrá entrar en contacto con su propio sentimiento de satisfacción, se sentirá orgulloso de su labor y ante todo de brindar su mejor esfuerzo con el fin de aportar en la vida de otros seres humanos: sus hijos.

Ese orgullo personal solamente será posible experimentarlo cuando a consciencia se ha llevado a cabo la tarea, cuando ha dado lo mejor de sí y por supuesto cuando a pesar de los años los hijos te continúan agradeciendo tus enseñanzas.  Si practicáramos un ejercicio de visualización al futuro, y nos trasladamos veinte años al futuro, ¿qué podrían expresar nuestros hijos de nuestras enseñanzas?, ¿qué recordarían como lo más valioso?, ¿qué aspectos los habría marcado positivamente? y ¿qué aspectos desearían revertir de sus propias enseñanzas?.

Todo lo anterior es lo que nos invita a responder a la pregunta: ¿Estoy claro del legado que deseo entregar a mis hijos?.  No puede usted olvidar que todo padre de familia deja huella en la vida de los hijos, solo que cada quien elige que tipo de huella desea dejar.

Herramientas para dejar huella positiva en la vida de los hijos

  1. Cuestione su propio comportamiento con el fin de atender áreas de oportunidad y de mejora.
  2. Nunca olvide que en ocasiones se escucha más fuerte las acciones que las palabras, por eso revise la calidad de sus acciones.
  3. Tenga presente que sus hijos le perciben a usted como un punto de referencia, así que decida utilizar esa influencia de manera favorable.
  4. Cada vez  que estés trasmitiendo a tus hijos una enseñanza pregúntese a si mismo si en un futuro será algo digno de agradecer o al contrario, algo que desearán revertir.
  5. La huella solo se puede dejar cuando existe claridad en los pasos que se ejecutan, así que has la lista de fundamentos que desea lograr en sus hijos.
  6. Empieza a caminar hacia el destino trazado…

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¿Cómo hablar con los hijos acerca del amor?

Empecemos con las relaciones raras, rápidas y recicladas…

¿Sabía usted que sus hijos en algún momento se van a enamorar?.  En ocasiones algunos padres de familia me comentan su preocupación y sus temores respecto al momento en el cual sus hijos o hijas se inician en el mundo del noviazgo.  Sabemos que los actuales modelos de relación muestran características que colocan en una posición de riesgo a quienes eligen este tipo de relación, me refiero a los famosos “apretes, amigos con derecho, amigovios, marinovios y hasta las relaciones paralelas”.

Estos modelos de relación tienen como común denominador la ausencia de compromiso y ante todo la nula exclusividad entre las partes, un conocimiento nulo de los valores de mi pareja (si se le puede llamar pareja), falta de claridad en el propósito de la relación y un fuerte interés erótico como motivador de la relación que detona en el inicio de la actividad sexual irresponsablemente, siendo estas algunas de las variables que distorsionan el verdadero sentido de una relación de pareja y lo que complica aún más la influencia de los padres de familia en la afectividad de los hijos e hijas.

Tristemente hay padres de familia que “andan ajenos” en el tema de las relaciones interpersonales de sus hijos, especialmente de sus relaciones de pareja, lo cual puede explicar porque me encuentro con frecuencia jóvenes (y al escribir no pienso en preadolescentes y adolescentes solamente) que confunden el amor con la atracción, la idealización, la obsesión y hasta con la dependencia afectiva; pues claro, no han recibido una orientación clara por parte de sus padres en el tema de la afectividad pues andan “ajenos” ante esta realidad. Todo padre de familia debe iniciar esta titánica labor a través de un cuestionamiento profundo con sus hijos e hijas respecto a los modelos actuales de relación que generan tanta confusión. ¿Y usted ya lo hizo?

El reto es educar la afectividad de manera intencional…

Vamos a definir la afectividad como el conjunto de emociones y sentimientos que un ser humano experimenta en la dinámica de sus relaciones interpersonales, por lo que el educar esta dimensión desde el rol parental se convierte en todo un desafío.  Si bien es cierto la educación de la afectividad se logra desde la propia vivencia cotidiana de dichas emociones y sentimientos, es necesario que se cuente con la información necesaria que permita una intervención efectiva, pues existen en nuestro contexto cultural una serie de distorsiones respecto a la afectividad y su vivencia, las cuales deben ser cuestionadas con el único fin de ser reemplazadas.

En mi trabajo profesional he descubierto que la principal fuente de sufrimiento afectivo tiene que ver con las concepciones erróneas de lo que implicar el amor y sus manifestaciones, por lo que el promover una idea clara del verbo amar puede ser un factor protector para los hijos.

¿Cómo usted vive su propia afectividad?

Como en todas las áreas de la formación de los hijos es fundamental la variable del modelaje, la cual es el aspecto de mayor influencia en el desarrollo de los hijos e hijas, por lo que es indispensable que los padres de familia hagan consciente la manera de vivir su propia afectividad, identificando los temores, fantasmas y prejuicios que expresan indirectamente respecto al tema de las relaciones de pareja. ¿Ha escuchado la frase: no confíe en los hombres, todos son iguales?, o bien ¡no se enamore, mejor “dedíquese a estudiar, no vale la pena!, estas, entre otras son frases que reflejan los temores de los padres de familia pero ante todo pueden ser el reflejo de experiencias no superadas ni transformadas en lección, por lo que cada padre de familia debe asegurarse de no estar trasmitiéndole a sus hijos e hijas sus capítulos no resueltos, pues en este caso estarían heredándole a los hijos una visión bastante pobre de lo que significa el amor pero ante todo de su propia vivencia del amor. ¡No olvide que usted es el principal modelo de sus hijos!

El amor no le hace daño a nadie, lo que nos daña es nuestra forma de amar…

Todas las personas vamos adquiriendo a través de nuestra historia de vida un aprendizaje socio-afectivo, el cual determina entre otros factores nuestra manera de vincularnos con los demás, la manera personal de demostrar el afecto, así como los roles que asumimos en nuestras relaciones interpersonales, lo cual se convierte en una característica de nuestra personalidad y ante todo de nuestra  identidad.  Se debe atender este aprendizaje que se transforma en nuestro propio estilo de amar, con el fin de que los hijos e hijas puedan hacer consciente aquellos aspectos poco saludables para su desarrollo personal así como para el establecimiento de las relaciones interpersonales. De ahí que debemos aclarar que el amor en sí mismo no es maligno, no hace daño a nadie, sino por el contrario lo que afecta y daña es nuestra forma de amar basada en carencias y estereotipos culturales.

Herramientas para hablar con los hijos acerca del amor

  1. Ubíquese en la etapa de desarrollo de sus hijos y en su vivencia del amor, esto le permitirá ser efectivo pero ante todo tener empatía.  Recuerde que en la adolescencia toma relevancia el establecimiento de las relaciones de pareja y aumenta a la vez la presión social.
  2. No olvide que sus hijos independientemente de su edad tienen la capacidad de amar, sin embargo, la habilidad de amar es lo que debe estimularse y desarrollarse de manera intencional.
  3. Confronte su propia idea del amor, pero ante todo su propia vivencia con el amor.  No trasmita a sus hijos temores ni prejuicios acerca del amor, pues puede distorsionar la forma de vivir la afectividad en sus hijos.
  4. Amplíe su significado de amor. No olvide que el amor no es un sentimiento, tiene sentimientos pero el amor no sólo se siente, también se piensa y se quiere; en otras palabras el amor es una decisión que contiene sentimientos.
  5. Conozca el significado de amor de su hijo. Invítele a reflexionar sobre el papel de las emociones y los sentimientos, pero ante todo reflexione a su lado del papel de la mente y la voluntad en la decisión de amar.  Si solo te suscribes al papel de las emociones podés confundir el amor con la atracción y aunque la atracción puede existir en el amor, el amor es más que atracción.
  6. No piense que es más fácil sentir el amor que explicarlo, si se puede concretizar y ante todo pragmatizar. Una manera de hacerlo es que los hijos comprendan que la razón opera sobre la emoción no al revés. Recuerde que no todo lo que a uno le hace sentir bien le conviene. Es imposible decir: “yo siento que te amo” (emociones), “se que no me convienes” (mente) y “no quiero amarte” (voluntad).
  7. Estimule la inteligencia emocional en sus hijos con el fin de que logren diferenciar el amor de todo lo demás que se le parece.  Es importante que aprendan a identificar la atracción, la obsesión, la ilusión y ante todo la dependencia afectiva.
  8. Cuestione la idea de amor de sus hijos de una manera respetuosa pero con argumentos si fuese necesario, más cuando existe una motivación insana al establecer una relación de pareja.
  9. Utilice la autorrevelación como una manera de educar y generar reflexión no de sermonear. Háblele a sus hijos de manera abierta sin lujo de detalles de sus experiencias afectivas como una manera de generar reflexión.  No le tenga miedo a la auto-revelación.
  10. Informe a sus hijos que en el proceso de enamoramiento la química cerebral se altera, sin embargo, la decisión de amar no es solamente una acción química que tiene una manifestación emocional, sino que también debe involucrar la mente y la voluntad. Las endorfinas aumentan los niveles de placer, al aumentar la dopamina se focaliza la atención el ser amado, baja la serotina que aumenta el pensamiento obsesivo hacia ese ser amado pero aunque todo esto es algo intenso no es amor, son emociones en acción.
  11. Si su hijo o hija se ha encaprichado con una potencial pareja, no ataque la relación, trabaje sobre su motivación pues en caso contrario puede detonar el Síndrome de Romeo y Julieta que plantea que la pareja al experimentar sensación de adversidad aumenta la producción de dopamina y esto intensifica la relación, haciéndole pensar que el amor va creciendo.

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¿Te has preparado para recibir la noticia de que ya te convirtieron en suegro o suegra? .  Sabemos que las relaciones de pareja de los hijos e hijas puede convertirse en una experiencia cargada de tensión, por lo que este módulo de recursos en audio y video pretende brindarte herramientas que faciliten la influencia sobre los hijos e hijas en su afectividad y en sus relaciones de pareja.

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