Disciplina

El alcohol ¿Será asunto de moderación?

10 Tips para hablar con sus hijos acerca del alcohol

Quienes vivimos en Costa Rica hemos visto como el tema del alcohol y el volante se ha convertido en un tema político como muchos otros; pasan los meses y nuestros diputados no logran atinar respecto a la famosa y tan discutida ley de tránsito ni mucho menos al tema de la ingesta de alcohol y sus multas. Mientras esto sucede surge una nueva propuesta por parte de un sector de la sociedad (¿o será del propio Gobierno?), la cual plantea educar a la población en el tema de la ingesta controlada de alcohol, planteamiento del cual surgen algunas dudas:
¿Está usted de acuerdo como padre de familia para que a sus hijos le enseñen a tomar alcohol con moderación?, ¿Está usted listo para escuchar de parte de sus hijos “papi, mami ya sé tomar alcohol?. Si bien es cierto suena controversial el tema, lo verdadero es que si usted no decide conversar con sus hijos acerca del tema del alcohol otras personas lo harán y tal vez los argumentos no serán los más atinados.
Esta campaña que se desea implementar, me hace recordar lo que viví desde mi profesión como consejero juvenil y psicólogo hace más de 14 años cuando apenas surgía la posibilidad remota de conversar del tema de sexualidad con grupos de adolescentes en escuelas, colegios, comunidades, pastorales juveniles, redes o sociedades de jóvenes cristianos; lo que provocaba que algunos padres de familia se alarmaran, evidenciando el temor de que sus hijos fuesen amenazados por nuevas corrientes de pensamiento, las cuales no pudieran refutar al existir carencias en la formación respectiva.
Si bien es cierto la comparación puede generar disonancia, pues eran otros tiempos y otro tema, nuevamente los fenómenos sociales, en este caso el alcoholismo, desafían a los padres de familia a tener planteamientos al respecto. Es así que mi deseo con este artículo se enfoca en que realmente podamos trascender con argumentos más allá del “legalismo” tradicional, que dicta “es malo y punto, no se hable más”, y podamos brindar a nuestros adolescentes argumentos de vida reflexivos que se alineen con los principios fundamentales.
Desde hace muchos años estos programas de ingesta de bebida controlada se han promovido desde la psicología como una alternativa para aquellas personas que han desarrollado niveles de dependencia física y psicológica hacia el alcohol, siendo una opción para algunas personas que testifican que han aprendido a tomar licor de una manera moderada, sin embargo, ¿será esta la solución?.

Sabemos que el alcoholismo afecta no sólo a quien lo ingiere, sino a su familia, a su comunidad y al propio Estado, siendo reconocida hoy en día como una enfermedad y no como una condición inmoral como hace muchos años se interpretada, no obstante, a pesar de los costos a la salud y la convivencia familiar y comunal, la ingesta de alcohol es una actividad que genera grandes utilidades a cientos de personas que logran mes a mes cubrir su presupuesto personal y familiar gracias a la ingesta de alcohol de millones de personas en el mundo, sea una ingesta moderada o descontrolada, lo que plantea el dilema para algunas sociedades o sectores ¿será el alcohol un mal necesario?.

Los 10 tips no son fórmulas, son recomendaciones:
1. No tenga temor de hablar del tema, se vale decir “no sé, voy a averiguar al respecto”
2. Amplíe la definición de moderación que transmiten las campañas televisivas, pues moderación no sólo es evitar los excesos, también es usar la razón para sujetar los sentidos y para eso se requiere fortalecer el carácter. Tenga cuidado porque la moderación es arma de doble filo.
3. Infórmese sobre los efectos del alcohol, especialmente sobre el factor adictivo que opera químicamente en las neuronas, el cual ha generado dependencia en tantas personas. No olvide que todo aquello que produce placer o aliviana la tensión puede convertirse en un comportamiento adictivo, que integra compulsión y obsesión.
4. Recuérdele a sus hijos que la vida es para experimentarla libremente, por lo que todo aquello que pueda robar la libertad es un enemigo del ser humano. Cada quien es responsable de velar por esa libertad y el alcohol te roba la libertad de manera progresiva.
5. Construya con sus hijos una lista de consecuencias positivas y negativas de la ingesta del alcohol y permita que sus hijos argumenten de los pro y los contra, esto a la vez le permitirá conocer el criterio de sus hijos e intervenirlo.
6. Discutan acerca del propósito de la ingesta del alcohol, pues en ocasiones hay personas que lo ingieren y no reconocen ni sus propias motivaciones. Analice que no existe una razón de peso para ingerir alcohol y la mayoría de motivaciones que se expresan no son razones son excusas.


7. Converse con su hijo e hija acerca de la presión social que en ocasiones se experimenta directa e indirectamente respecto a la ingesta de alcohol. Refuerce la valía de sus hijos de manera tal que no ingieran alcohol por búsqueda de aceptación de sus pares o para creerse socialmente más eficaces.
8. Reflexione con sus hijos acerca de la posibilidad y el derecho que existe de decir No, especialmente cuando mis valores y convicciones están amenazados ante el significado social que se le otorga a la ingesta de alcohol: “es divertido”, “es de hombres”, etc.
9. Es importante que sus hijos comprendan que ante los problemas personales que todos experimentamos no es necesario utilizar mecanismos de escape como el alcohol, al contrario todo problema es una oportunidad para considerar a Dios en nuestras vidas. Sus hijos pueden hacer un inventario de recursos, buscar el acompañamiento adecuado, expresar sus sentimientos más profundos y escribir al menos tres soluciones ante el problema en lugar de buscar un escape en el alcohol.
10. No se centre en lo bueno o malo del tema, céntrese en como las decisiones pueden ser convenientes o inconvenientes, por lo que deberá llevar a sus hijos a ver las consecuencias de sus propias decisiones. No olvide, todo me es permitido, pero no todo me conviene…

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Bajas calificaciones, altas frustraciones

Guía para padres que sufren con las calificaciones de sus hijos

¨Wagner, yo quiero que usted hable con mi hijo, está super rebelde, no quiere estudiar y las notas que está sacando con bajísimas, hay que estarle insistiendo para que haga sus tareas y ni que decirle para que estudie para los exámenes, ya no sé quehacer, de todo he hecho y lo peor nada me funciona, ya esto me está enfermando¨, me decía un mamá angustiada por las calificaciones de su hijo.  Si esta escena le suena similar a la realidad o a su realidad no es pura casualidad, es la condición que están atravesando cientos de padres de familia y que es necesario explorar para conocer las dimensiones de esta condición.

¿Cuál padre no desea que sus hijos obtengan buenas calificaciones?

Es claro que todos los padres de familia deseen que sus hijos obtengan excelentes calificaciones, esto es una experiencia que llena y place, pero realmente ¿dónde nace esta motivación?.  Quiero aclarar que no estoy en contra de este deseo, lo promuevo y considero que es un reto que al estar presente en el rol parental añade mayor desafío a esta labor, pero si considero que en ocasiones hay padres de familia que hacen de las calificaciones de sus hijos su máxima obsesión y ahí es donde nace mi preocupación profesional.

Estoy totalmente convencido que un padre de familia que centre todas sus intervenciones hacia sus hijos en la posibilidad de aumentar sus calificaciones no ha comprendido el propósito del proceso académico en el cual se encuentra su hijo o hija.  Esto sería como iniciar el viaje hacia el lugar deseado pero por el camino incorrecto, tal vez en algún momento se llegará al destino pero con mayor costo y desgaste, claro después de muchos extravíos y redirecciones. Lo peor del viaje está en el nivel de frustración que se experimentará, pues cada vez crece el deseo de llegar al destino pero cada vez te podes alejar del mismo.  Es precisamente lo que sucede con tantos padres de familia que visualizan las altas calificaciones de sus hijos como el destino de su viaje pero cada vez ven su encuentro como el sueño imposible.

Ilustremos lo anterior de otra manera, ¿se visualiza usted con un patrono que cada vez que interactúa con usted su fundamental interés es que usted de su mejor desempeño?, le puedo asegurar que esto a corto o mediano plazo dañará el vínculo y por ende se propiciará un clima emocional poco estimuloso que generará paradójicamente bajo rendimiento o sea ¨bajas calificaciones¨.  Es importante que usted vele por no generar este efecto en la relación con su hijo, que su hijo pueda sentir que lo más importante es él o ella y no sus calificaciones.

Recuerdo en una ocasión la expresión de una adolescente que me dijo ¨papi solamente está contento conmigo cuando mis exámenes tienen buenas notas¨, mostrando una sensación de ser querida de manera condicional.  El amor y el afecto no se pueden condicionar, mucho menos a buenas calificaciones, pues a los hijos se les ama por lo que son y no por lo que hacen.  En ocasiones el mensaje de exigir buenas calificaciones a los hijos lleva a los hijos a no sentirse aceptados mucho menos aprobados, por eso la pregunta que debemos hacernos como padres de familia sería: ¿cuál es el mensaje que le estamos lanzando a los hijos al solicitarles mejores calificaciones?

Los mensajes más comunes al exigir a los hijos mejores calificaciones

Debe existir cuidado en el mensaje oculto que se le trasmite a los hijos respecto a sus propias calificaciones, pues aunque el deseo de los padres puede ser el correcto el mensaje se puede distorsionar.  A continuación los tres mensajes que he identificado como los más dañinos que se manifiestan a los hijos cuando exigimos mejores calificaciones:

Herramienta 1: ¨Tenés que ser el mejor¨.  Los padres de familia que se obsesionan con las calificaciones de sus hijos en ocasiones ignoran que le están trasmitiendo a los hijos el mandado de buscar ser el mejor en todos sus estadios, siendo esto una exigencia impuesta cuyo peso puede generar efectos psicológicos graves.  Uno de estos efectos es el temor a fracasar que experimentan muchas personas al buscar el éxito por lo cual optan por no intentar alcanzarlo ya que la idea del fracaso que han adoptado les castiga y se les asocia a cientos de fantasmas. No se trata de ser el mejor en todo se trata que nuestras acciones cada día sean mejores.

Herramienta 2: ¨Si no obtenés las mejores calificaciones sos incompetente¨.  Que duro cuando las calificaciones se convierten en una obsesión para los padres de familia, pues este es uno de los mensajes que más daña la autoestima de los hijos.  Cuando les hacemos creer a los hijos que al no sacar buenas calificaciones no son parte del promedio, que están excluidos del promedio y que esto los evidencia como incompetentes les estamos incorporando una mentalidad de competencia que puede llegar a ser en algunos momentos desleal pero en otros puede incluso afectar su propia integridad, pues el mensaje asociado es ¨llega a tu meta a costa de lo que sea, pero no podes quedar afuera¨.

Herramienta 3: ¨Tu valor está en tus resultados¨.  Este es el mensaje donde culminan todos los anteriores.  Es determinar la valía personal a partir de los logros y resultados personales.  Esto explica porque hay tantos profesionales que lo único que les hace sentir especial es su título universitario, incluso se ofenden cuando no se les mencionan como tal.  Los resultados no pueden determinar el valor de una persona, pues usted y yo somos más que un resultado.  Tu valor está en tu ser.

Revise su motivación de las ¨buenas calificaciones¨

Es importante si usted es un padre de familia que ha estado muy angustiado por las calificaciones de sus hijos que revise las siguientes motivaciones, pues es imposible desinstalar una conducta que se desconoce su fuente:

1- Rasgos obsesivos: de manera sencilla entendamos este punto como aquellas variables de personalidad que empuja a los padres de familia a exigirle a sus hijos perfección, pues una de las características de estos rasgos es que se fije tercamente en aspectos de manera caprichosa, donde ni siquiera se conocen las razones que fundamental su comportamiento.  Los padres de familia perfeccionistas operan desde una rigidez que incluso les enferma, no logran flexibilizarse ni muchos menos dar opciones.  Un hijo sin opciones no vive en un hogar, vive en una prisión. Mientras que un padre de familia perfeccionista nunca verá su paternidad o maternidad como un sueño sino como una pesadilla.

2- El ego: los padres de familia desean en ocasiones obtener reconocimiento como extensión del reconocimiento del desempeño de su hijo, obvio que es algo gratificante, sin embargo, es arma de doble filo, pues cuando hay búsqueda de buenas calificaciones por parte de los padres se transmite a los hijos mucha tensión asociada con el temor de que su ego personal sea afectado por comentarios de otros, siendo está la preocupación y no realmente el proceso de aprendizaje del hijo.

3- Evitación de un castigo cultural: suena muy extraño este aspecto pero es una de las razones más comunes del porque las calificaciones de los hijos genera tanta angustia especialmente a las madres de familia. El machismo a las madres les hace no responsables sino culpables del desempeño en este caso de los hijos.  ¿Cuántas madres de familia se angustian aún más por la nula o limitada participación del padre en el estudio de los hijos asumiendo toda la responsabilidad como única?.  Muchas son las madres que se angustian constantemente por las notas de sus hijos pero la verdadera razón es ¨el famoso que dirán¨, es el temor a escuchar comentarios que expresen que ha hecho mal su labor y que ante todo ha sido una ¨mamá poco efectiva¨ en la crianza de los hijos. No crea en este mandato machista, solo usted misma puede evaluar su labor.

Finalmente hay dos aspectos muy importantes que complementan esta conclusión, el primer aspecto es recordar que el propósito del proceso académico de los hijos no son las buenas calificaciones es que puedan obtener una educación integral que refuerce su ¨ser¨ persona y el segundo es la necesidad de tomar la decisión consciente de disfrutar la posibilidad que la vida te ha dado de brindarle a tus hijos el acceso a mejores oportunidades para su desarrollo personal, ¡esto hay que celebrarlo!.

Herramienta recomendada

Todos los padres de familia desean que sus hijos e hijas tengan éxito en su rendimiento académico, sin embargo, en ocasiones no existe la suficiente información y claridad de cómo lograrlo, por lo que existen casos donde las familias entran en círculos viciosos donde los conflictos son constantes, lo que lesiona la dinámica familiar. Es esta oportunidad ponemos a su alcance este módulo para pueda contar con las herramientas efectivas que le permitan aumentar el rendimiento académico de los hijos e hijas

Curso rendimiento academico

Por:

Lic. Wagner Eduarte

GRUPO CIP 2253-7575

www.herramientasfamiliares.com

www.grupocip.org


Adiós al bajo rendimiento académico de los hijos

Una recomendación que no falla…

¡Que pereza otra vez a levantarse temprano!

Parece increíble que al empezar el curso lectivo en nuestros hogares se escuchan tantas frases como la anterior.  Son cientos los padres de familia que al solo pensar en el regreso a clases se llenan de desánimo y frustración, evidenciando que el proceso académico de sus hijos no es una fuente de realización ni mucho menos de diversión.

Lo más delicado está en el hecho de que las expresiones de los padres de familia e incluso sus propios sentimientos son transmitidos a los hijos e hijas, quienes a la vez perciben el curso lectivo desde la dimensión de la frustración, del desgane y hasta del tedio y el aburrimiento.

Es importante comprender que el aprendizaje es emocional, se requiere que exista una calidad de emociones que facilite el mismo, que permita que la persona se involucre con el proceso, o bien como ejercicio respóndase a usted mismo esta pregunta, ¿verdad que lo que le genera más interés a usted es lo que más fácil se le hace aprender?.  Por supuesto que si sucede en usted también sucederá en su hijo, por lo que el expresar ideas como ¨que aburrido otra vez tendré que andar detrás de ustedes para que estudien¨,  o ¨que pereza un año más andando detrás de ustedes para que apaguen el televisor para que hagan sus tareas ¨, son evidencias que indican que podríamos estar generando una atmósfera emocional nada apta para hacer del estudio una experiencia divertida y gratificante.

¿Dónde está el secreto para decirle adiós al bajo rendimiento académico?

En cualquier disciplina las personas que gozan de mayor rendimiento o también podríamos decir éxito, son aquellas que han descubierto este gran secreto.  Si hacemos un breve repaso por los deportes, miramos que los deportistas de renombre que a la vez son lo que presentan un alto rendimiento les miramos como personas excepcionales, incluso personas diferentes al promedio, les percibimos como inalcanzables y ni siquiera podemos visualizar la posibilidad de acercar nuestro rendimiento al de ellos. Cuando tengo la posibilidad de encontrarme con una persona ¨de alto rendimiento¨, siempre trato de conocer la fuente que propicia este nivel de desempeño y esto lo que me ha llevado a la conclusión que deseo compartir con usted, pero primero definamos ¨alto rendimiento¨.

El alto rendimiento es un estilo de vida donde se libera el potencial personal

Los padres de familia e incluso mis propios colegas psicólogos o bien los psicopedagogos han hecho del término alto rendimiento una asociación inmediata con la palabra buenas calificaciones y aquí es donde he encontrado el primer error conceptual.  Un deportista de alto rendimiento no es el que llega de primero en su competencia o disciplina, es quien ha encontrado el método correcto para pulir sus destrezas, su talento, su competitividad llevándola a un plano o nivel superior al promedio.  No todos los deportistas de alto rendimiento son número uno, pero si todos pertenecen a la misma élite, así que no se trata de que su hijo tenga el mejor promedio de su clase sino que su hijo pertenezca al grupo de alto rendimiento, es decir, al grupo de estudiantes que han encontrado un método para liberar sus potencialidades, que permite que sus capacidades fluyan hacia los mejores resultados.

La mejor prueba de que no siempre la mejor calificación significa alto rendimiento, la encontramos en los estudiantes que 72 horas después de realizar un examen donde su calificación superó al promedio no logra sostener lo aprendido ni interiorizarlo como parte de su aprendizaje, o sea ya no recuerdan la materia o ¿será que para algunos profesionales es esto alto rendimiento?. ¿y para usted?

¿Y dónde queda el bajo rendimiento?

El concepto de bajo rendimiento académico también se asocia con los resultados, las calificaciones, siendo un concepto que estigmatiza a tantos menores de edad que al no obtener las calificaciones que obtiene el promedio se le ubica en programas de adecuación curricular, siendo en la mayoría de ocasiones personas que cuentan con las mismas capacidades que tal vez no están siendo canalizadas o estimuladas a través del método correcto.  ¿Cómo se sentiría usted que le etiqueten como un adulto de bajo rendimiento?, le puedo asegurar que esto lesionará su propia valía y afectará su propio concepto personal, llevándole a perder autoconfianza, generando un desenvolvimiento mínimo en el área donde se te ha rotulado como alguien de ¨bajo rendimiento¨.

Ante el bajo rendimiento, solo hay una posibilidad: encontrar el método para liberar el potencial. Es importante hacer una gran diferencia entre estudiar y saber estudiar, pues es aquí en la segunda donde se encuentra el SECRETO de las personas de alto rendimiento.  Saber estudiar es contar con método de estudio que responda al estilo de aprendizaje personal (¿conoce usted el estilo de aprendizaje de su hijo?), donde se cuente con las técnicas de estudio aptas para facilitar el aprendizaje (¿cuántas técnicas le ha enseñado a su hijo para que mejore su método de estudio?) y ante todo con un hábito de estudio que me garantice los mejores resultados (¿tiene su hijo un hábito de estudio desarrollado?), este es el secreto para el alto rendimiento: SABER ESTUDIAR.

El alto rendimiento no es una calificación, es una decisión. Aquí algunas herramientas:

  1. Sea usted mismo un modelo de excelencia para su hijo, pero haga una diferencia entre excelencia y perfección.  La excelencia permite el error como el camino al aprendizaje pero la perfección lo castiga y lo reprime. La excelencia es enfrentar cualquier actividad con la mejor actitud.

  2. Deseche la mediocridad como parte de su estilo de vida.  No permita que el conformismo llegue a su puerta o se presente en sus labores, siempre se pueda dar lo mejor de sí mismo y es esto lo que han comprendido las personas de alto rendimiento.

  3. El valor por excelencia que diferencia a las personas de alto rendimiento se llama ¨Autoexigencia¨, es un criterio de filosofía de vida donde hay una invitación constante de ir a otro nivel en el desempeño personal.  No confunda la autoexigencia con la terquedad o con el obsesionarse con un resultado, es ser flexible al intentarlo pero intentarlo con toda la fuerza posible.

  4. Nunca permita que su hijo utilice frases como ¨no puedo¨, mejor enséñele a expresar ¨cómo puedo hacer esto de otra forma?¨.  Las personas de alto rendimiento buscan diferentes caminos para llegar a su meta antes de rendirse.

  5. Nunca establezca de parámetro una calificación la cual sus hijos deben alcanzar, pues se trata de que ellos puedan mejorar su propio parámetro.  Los padres de familia que se centran en la calificación de los hijos los desconcentran de su propio aprendizaje, pues centran su atención en sus calificaciones y no en su aprendizaje.

  6. Nunca utilice el rendimiento académico de otros como parámetro para sus hijos, al contrario refuércele su individualidad e identidad, pues es único y debe aprender a vivir a su propio proceso y ritmo. Invítele a aprender de las personas de alto rendimiento y no a competir con ellas.

  7. No olvide que el alto rendimiento es una decisión, solo cuando se elige dar lo mejor de sí mismo es cuando el potencial se libera.  Añada a esta decisión un método efectivo de estudio que se componga de técnicas y ante todo de un HABITO de estudio ahí está el secreto.

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¿Cómo enseñar a sus hijos a administrar el dinero?

Sabía usted que formar a un hijo implica educarlo también en el manejo del área financiera?.  Sabía que no es un curso de contabilidad I lo que estimula esta área?  Sabía que el manejo de las finanzas está relacionado con el establecimiento de límites y valores, así como con la canalización de las emociones?.  Definitivamente esta área requiere educación y es responsabilidad de las madres y de los padres de familia brindarle a sus hijos herramientas para que se conviertan en una persona con Inteligencia Financiera.

Así como hoy muchas madres se preocupan en desarrollar hijos con inteligencia emocional también hay que generar conciencia en desarrollar la inteligencia financiera: “Capacidad de utilizar el entendimiento en situaciones financieras cumpliendo objetivos establecidos sin ocasionar problemas a la calidad de vida personal y familiar” Grupo CIP, 2003.  En palabras más simples es pensar antes de gastar, apuntando a una guía de gastos basados en necesidades reales.

No cometa el error de creer que la Inteligencia Financiera se desarrolla hasta que se cumplan los 18 años o que es cuando se termina la carrera universitaria o bien cuando se obtiene su primer trabajo, sino por el contrario se da desde que a un hijo (a) se le entrega la mesada para llevar a la escuela o cuando algún familiar en su cumpleaños le obsequia dinero.

Son varios los indicadores que componen la inteligencia financiera, algunos de estos son: la actitud ante el dinero, manejo de gastos, manejo de impulso de compra, mentalidad de inversionista, manejo de deudas entre otros.  En esta ocasión enfatizaremos en la actitud de los hijos ante el dinero, pues cada vez es más común encontrar adultos cuyos problemas financieros radican en esta área.  Entendamos por actitud la manera como enfrentamos y decidimos sobre las situaciones que se nos presentan.

Las 3 actitudes más complicadas:

1. Derrochar: es no valorar el esfuerzo y la dedicación. Cuantas veces sus quejas de madre se dirigen en esta vía.  Recordemos que el esfuerzo es la cantidad de energía utilizada en una actividad y la dedicación es la cantidad de tiempo otorgada a esa actividad por lo que ocupamos que los hijos valoren no el dinero sino la energía y el tiempo invertido.

2. Avaricia: es desear más de lo que se posee.  En la cultura materialista en la que nos desenvolvemos junto a la estimulación de las estrategias mercadológicas se programa en los hijos esta actitud de insatisfacción material que incluso lleva a muchas madres a accesar créditos para realizar compras de artículos con el fin de que sus hijos estén a la moda, poniendo en aprietos incluso su calidad de vida.  Esta actitud de avaricia se contrarresta con una actitud de agradecimiento con la vida por lo que se posee sea poco o sea mucho.

3. Codicia: está muy asociada a la actitud anterior con la diferencia que se enfoca en desear intensamente lo de los demás.  Nace de la envidia y del egoísmo y por supuesto de la cultura del tener en que respiramos.  Hoy encontramos niños y niñas de 6 años de edad con celular propio, lo que obviamente le hace la boca agua a sus amiguitos.   A pesar de eso ayudarle a un hijo a interiorizar que uno no vale por lo que tiene sino por lo que se es puede ayudar a minimizar esta actitud.

En resumen:

 1- Revise primeramente su propia actitud como madre ante el dinero.

2- Recuerde que la educación de un hijo es integral.

3- Responsabilice a sus hijos del dinero que se le otorga.  Comunique sus expectativas.

4- Haga una lista de necesidades y establezca un plan de compra.

5- Al comprar algo que su hijo desea comprométalo a participar ya sea ahorrando o bien regateando.  Compre en equipo.

6- Desarrolle el hábito del agradecimiento a lo que se posee.

7- Discuta con su hijo si el valor personal se fundamenta en las posesiones materiales.

Por Lic. Wagner Eduarte

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Padres funcionales, familias estables

Una perspectiva diferente de la funcionalidad familiar…

¿Te imaginas una empresa donde las personas que laboran en ella no conocen sus funciones?, ¿quién contrata un empleado sin especificarle sus tareas laborales?, ¿podrá permanecer en el mercado una empresa bajo esta línea de administración?. Pues tristemente es esto mismo lo que sucede con muchas de nuestras familias, deseamos llevar la ¨empresa familiar¨ hacia un norte pero sin conocer las funciones y tareas que debemos ejecutar para lograrlo.

Desde mi punto de vista la crisis familiar no es sólo una crisis de valores, es una crisis provocada por la falta de claridad de su propia función, en este caso, la función parental.   Me llama la atención el uso que tantas personas le dan el término ¨familias disfuncionales¨, pues el mismo aunque correctamente se asocia con divorcios, separaciones, abandono parental y agresión en sus diversas manifestaciones, entre otros; no considera aquellos aspectos invisibilizados que se presentan en tantas dinámicas familiares, los cuales pasan desapercibidos pero tienen efectos similares y hasta más profundos en el desarrollo de los hijos e hijas.

La disfuncionalidad familiar hace referencia a una familia que no funciona efectivamente, eso sí es disfuncionalidad, de ahí la pregunta que cada quien debe constantemente cuestionarse: ¿está cumpliendo mi familia su función?, ¿está funcionando correctamente mi familia?, ¿estoy cumpliendo mi función de manera efectiva en mi propia familia?.

Una casa dividida no prosperará…

Jesús nos recordó un principio fundamental al decirnos que una casa dividida no prospera, siendo este un fundamento a revisar cuando somos parte de un equipo tal y como lo son los padres de familia. División se refiere a dos visiones, y es ahí donde inicia la disfuncionalidad, en este caso la disfuncionalidad familiar.  Dos visiones, es como tener un cuerpo con dos cabezas, el cuerpo no tendrá claridad de su dirección ni muchos menos de sus movimientos, de ahí la importancia de ¨trazarnos¨ como padres de familia una misma visión, pues la VISION DETERMINA LA FUNCION.

¿Cuál es la función de la familia?

La familia tiene una función biológica que es conservar la raza humana, así como una función socializadora de trasmitir cultura, tradiciones y valores, sin embargo, quisiera referirme específicamente a la función parental, es decir, la función que cada padre de familia debe cumplir para que su familia crezca y se desarrolle sanamente.

En cuanto a los padres de familia se puede decir que su función primordial hace referencia a la posibilidad de orientar a los hijos en la construcción de su propia personalidad y de su identidad, con el fin de ingresar al medio social o mejor dicho vivir de manera apropiada sus etapas de desarrollo y así lograr una adaptación a su etapa adulta,  por lo que toma mayor importancia no sólo la función como tal sino el medio para llevarla a cabo.

Evaluando nuestras funciones como padres de familia

Tristemente una de las razones por las cuales los padres de familia no cumplen su función es por la nula visión de equipo que se establece desde este subsistema familiar, ya que por nuestra cultura machista la función se le asigna solamente a la madre, siendo el papel del padre bastante limitado e incluso hasta nulo, resumido al rol de proveedor económico. ¿Cuántas mujeres no se quejan de que se siente solas en la crianza de sus hijos?, ¿cuántas expresan frustración por la poca participación del varón en este proceso de formación de los hijos?.  Pues lo anterior no es pura casualidad, es la realidad que nos envuelve la cual es un desafío para muchas familias.  Pero, ¿estamos claros los hombres y mujeres de nuestra función parental?, ya que esta variable no es asunto de género sino de propósito.

¿Se podrá tener una relación estable sin ser funcionales?

Como la funcionalidad es la base para construir relaciones estables, es importante considerar estas recomendaciones:

  1. Has una lista de las funciones que competen a ambos padres de familia respecto a la crianza, cuido y corrección de los hijos
  2. Anota aquellos aspectos en los cuales hay discrepancia y una de las partes siente o piensa que hay disfuncionalidad
  3. Valora el nivel de desgaste que experimenta cada parte involucrada respecto a las funciones parentales con el fin de evitar frustraciones que detonen en tensión familiar
  4. Provoquemos un acuerdo entre las partes, sin olvidar que los padres de familia efectivos trabajan como equipo
  5. Establezcan un plan de acción con acciones inmediatas a 24 horas con el fin de iniciar el cambio de actitud y mentalidad respecto a las funciones parentales
  6. No olviden que los propósitos se logran a través de acciones enfocadas, no se desfocalice
  7. Escriban su visión familiar, pues la visión nos dirige…

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¿Cómo formar niños y niñas con liderazgo positivo?

¡Estoy harta, tengo que repetirte mil veces las cosas para ver si acaso hacés algo!. Esta es una frase que retumba constantemente en nuestros hogares, dicho sea de paso no siempre los padres de familia hacen un alto en el camino para evaluar su fuente.  Lo cierto del caso es que esta variable tiene que ver con el liderazgo personal y para comprobarlo respóndame estas preguntas, ¿cree usted que a un líder hay que recordarle con frecuencia lo que tiene que hacer?, ¿se imagina usted al Gerente de una empresa que la Junta Directiva tenga que recordarle sus obligaciones?, o bien ¿existirá algún médico que atendiendo un parto se le tenga que enlistar sus funciones?.  La respuesta un unánime: NO.

Puedo afirmar que el liderazgo se logra medir en los hijos e hijas desde sus primeros años de vida, entendiendo liderazgo entre otras cosas como la capacidad de influir, de asumir y decidir,  de iniciar sin esperar, de organizar para alcanzar, claro está donde los resultados que se alcancen generen un beneficio grupal sin lesionar a terceros, de lo contrario estaríamos hablando de liderazgo negativo.

¿A cuál padre de familia no le gustaría formar un hijo o hija con liderazgo positivo?


La psicología moderna plantea que la labor de los padres de familia a través de la disciplina que ejercen hacia sus hijos e hijas “debería” tener como objetivo el desarrollo del autocontrol y de la auto-regulación, en otras palabras que los hijos e hijas por sí mismas aprendan a controlar sus actos y a decidir de manera acertada; sin embargo los patrones de crianza muchas veces se alejan de este objetivo, lo que a mediano y largo plazo puede limitar el potencial de liderazgo de las personas en formación.

Aquella discusión que ha permanecido por siempre sobre el liderazgo, ¿nace o se hace?, nos lleva a recordar algunas investigaciones desde la psicología social las cuales se han llevado a cabo de manera experimental y han brindado evidencias de que el liderazgo se hace, se hace desde una dinámica familiar sana donde los padres de familia tienen sus roles claros así como su propósito parental: formar hijos e hijas seguras de sí mismas.

Si usted desea formar niños y niñas con un liderazgo positivo considere las siguientes recomendaciones:

  1. Revise su estilo y patrones de crianza. Cuando un padre de familia tiene un patrón de crianza basado en la sobreprotección y el control hacia sus hijos probablemente limitará el potencial del menor, generando una relación de dependencia donde el hijo no podrá tener sus propios criterios para asumir sus decisiones, lo que se irá transformando en un sentimiento de inseguridad que le inhibirá en diversos estadios.
  2. Participe a los hijos en los procesos de toma de decisiones. Es lo que se llama “Liderazgo democrático”, lo que no sólo modela un liderazgo efectivo sino que permite que los demás se involucren en la construcción de las soluciones generando a la vez un sentido de responsabilidad personal que muestran las personas con liderazgo.  Sabemos que hay decisiones en un hogar que no son negociables pero existen en la cotidianidad familiar una serie de oportunidades para estimular en los hijos el liderazgo al construir en conjunto posibles soluciones.
  3. Establezca una lista de deberes pero permita que los hijos las ejecuten según su estilo. El hecho de que un hijo tenga que cumplir con una serie de deberes le enseña desde temprana edad en la búsqueda de objetivos así como en la habilidad de organización personal, aspectos cruciales en el liderazgo.  Sumado a lo anterior permita que en la ejecución de los deberes, los hijos establezcan su plan de acción limitando su función como adulto a establecer los plazos así como a su supervisar los resultados.
  4. No reprima la iniciativa de los hijos. Aquellos patrones de crianza donde no se estimula la autonomía, la iniciativa y la creatividad, genera en los hijos un sentimiento de frustración y de temor que a la postre lesiona no sólo su autoestima sino su propia auto eficacia, la cual hace referencia al juicio que se hace de las propias capacidades.  Aumente su tolerancia al error pues permitirle tomar la iniciativa es una excelente actividad para fortalecer la voluntad del menor. Aclare a la vez el margen de iniciativa y por supuesto los riesgos cuando sea necesario.
  5. Utilice el reforzamiento verbal para estimular el liderazgo. Refuerce verbalmente a los hijos cuando han asumido un reto, han llevado una tarea, han cumplido con su deber, han tomado una decisión, etc.  La mejor recompensa para cualquier persona es el elogio, más si se lleva a cabo en público, razón por la cual utilizar este recurso es crucial, eso si no olvide que a los hijos se les refuerza y se les ama por lo que SON y no por lo que HACEN, de manera tal que amplíe su concepto de liderazgo, no en función solo del LOGRAR sino del SER.

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Lic. Wagner Eduarte Saborío

(Administrador de Empresas y Psicólogo)

Grupo CIP (506)2253-7575

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!Auxilio, mi hijo es irresponsable!

La responsabilidad se ubica en la consciencia

Muchos padres de familia constantemente se quejan de que sus hijos no asumen sus deberes de manera responsable, incluso, esto se transforma en una situación cargada de tensión a nivel familiar, donde se inicia un ajedrez entre padres e hijos donde alguna de las partes intenta ganar la partida.  Desde los padres de familia la frustración va en aumento hasta que su capacidad de influencia es nula, imposibilitando aún más que el valor de la responsabilidad se eduque de manera efectiva.

Lo anterior nos lleva a replantear las estrategias al formar el valor de la responsabilidad, comprendiendo que el mismo se encuentra ubicado en la consciencia humana, es decir, cuando un padre de familia desea aumentar el sentido de responsabilidad de los hijos primeramente debe aumentar su consciencia.  Es imposible que exista responsabilidad sin consciencia, en otras palabras, para hacer crecer la responsabilidad hay que hacer crecer la consciencia.

Podríamos anotar que la consciencia tiene relación con la capacidad de reflexionar y valorar ante todo las consecuencias de los actos, siendo ese estado de conexión el que permite involucrarnos con las situaciones de manera tal que elijamos nuestras acciones. Algunos autores plantean que la palabra responsabilidad proviene del latin que significa “habilidad de responder”.  Por su parte el diccionario de la Real Academia expresa que responsabilidad significa “Obligado a responder por algo o alguien”, por tanto los padres de familia deberán en buena teoría aumentar esa capacidad de respuesta a través de las diferentes etapas del desarrollo.

Señales de alerta

Uno de los valores en los cuales los padres de familia deben invertirse en la formación de los hijos es el valor de la responsabilidad, ya que este estará presente a lo largo de su vida y en todos sus escenarios.  Es importante identificar algunos síntomas que reflejan que el valor de la responsabilidad no está siendo internalizado en los hijos e hijas:

  1. El hijo no cumple con ciertas tareas familiares asignadas
  2. El hijo no cumple con las tareas y proyectos escolares
  3. El hijo realiza las tareas familiares y escolares porque se le amenaza constantemente
  4. El hijo cuando lleva a cabo sus deberes lo abandona si se convierten en deberes complicados o displacenteros
  5. El hijo al tomar decisiones no toma decisiones analizando las diferentes alternativas, escogiendo la conveniente
  6. El hijo no asume las consecuencias de sus decisiones, no reconoce sus errores
  7. El hijo no respeta las reglas impuestas

Hijo con actitud irresponsable versus hijo con actitud de vagancia

Algunas veces se confunde la conducta irresponsable con la conducta de vagancia, por lo que es importante hacer ese contaste dado que el tratamiento de ambas condiciones es diferente. Cuando hablamos de vagancia, se hace referencia a la ausencia de ganas o bien de estímulo en el momento de realizar determina actividad o tarea, mientras que la irresponsabilidad no tiene relación con la ausencia de ganas sino con déficit en la habilidad de respuesta, siendo necesario diferenciar ambos aspectos si deseamos implementar una intervención efectiva.

En el caso de la vagancia se debe aumentar el estímulo o la ganas, una posibilidad es asociar la tarea poco o nada estimulante con un aspecto que despierte el interés del hijo.  Se debe procurar que todo estímulo que se asocie a la conducta de vagancia no afecte el desempeño y objetivo de la actividad o tarea principal, sino que por el contrario lo aumente.

La triada de la Responsabilidad

La responsabilidad se sostiene a partir de tres elementos que los padres de familia deben estimular de manera intencional:

  1. Visión de deber: los deberes son obligaciones, los cuales están presentes a lo largo de todas las etapas del desarrollo, sin embargo, hay padres de familia que presentan dinámicas familiares y estilos de crianza que colocan a los hijos en una posición de confort, donde los deberes son asumidos por los padres dado su estilo sobreprotector.  Incluso en ocasiones es el propio padre quien asume las consecuencias de los deberes no realizados por los hijos, por ejemplo: ¿has visto a los padres que le realizan las tareas a los hijos?
  2. Autonomía: esta cualidad se estimula desde la primera infancia de los hijos y se manifiesta cuando empiezan a caminar y a independizarse de los padres; toman sus decisiones y en ocasiones si no existe en el entorno una respuesta favorable a este accionar se genera una sensación de duda y vergüenza, que le restará autonomía para el resto de su vida sino se interviene de manera específica.  ¿Cuántos niños y adolescentes no carecen de autonomía?, ¿a cuántos de ellos hay que insistirles en sus deberes para que los lleven a cabo? ¿ Será eso autonomía?
  3. Rendición de cuentas y consecuencias: cuando en una familia los deberes no están asociados a un proceso de rendición de cuentas, posiblemente se limita la interiorización de los deberes en los hijos e hijas.  Todo hijo debe comprender que en algún momento deberá dar cuentas por sus acciones o por sus inacciones, esa consciencia es la que culmina la posibilidad de que el valor de la responsabilidad se manifieste.

Estos tres aspectos los podemos trasladar al plano espiritual, Dios en el libre albedrío que nos entregó a los seres humanos, nos permitió ser autónomos, es decir, administrar nuestra libertad, sin embargo, nuestro Padre Celestial, nos recuerda constantemente nuestros deberes cristianos, generándonos consciencia de que en algún momento de la vida tendremos que rendir cuentas de nuestras acciones, por lo que surge una pregunta: ¿estamos administrando nuestra propia vida de manera responsable?

Herramienta recomendada

El Club “Escuela para Padres de Familia” es un Programa Online que hemos desarrollado con el fin de acompañar a los padres y madres en su rol, haciendo de la maternidad y la paternidad una experiencia gratificante y divertida. El CLUB “Escuela para Padres de Familia” esta diseñado en módulos mensuales, los cuales se profundizan y desarrollan de manera permanente, donde se brindan herramientas que atienden a temas centrales por cada módulo de acción.

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El poder del ejemplo

El discípulo refleja al maestro

¡De tal palo, tal astilla!, es una frase popular que nos recuerda la influencia que tienen los padres de familia en el desarrollo de sus hijos, y aunque en esta frase podríamos añadir la salvedad “aplican restricciones”, en la mayoría de casos es indudable que el comportamiento de los hijos e hijas es un reflejo del propio comportamiento de sus padres.

Sabemos que los medios de comunicación, los pares y las modas, entre otros factores influyen en el comportamiento de las personas menores de edad, sin embargo, los padres de familia son la mayor influencia en la socialización de los hijos, pues son la principal fuente de afecto además de ser los primeros referentes de su propio comportamiento.  Es así que todo padre de familia debe constantemente hacer un alto en el camino y cuestionarse que les está transmitiendo a sus hijos.

¿Has hecho consciente lo que transmite a sus hijos?

Definitivamente lo que un padre de familia forma en sus hijos trasciende en su vida, es información que afecta el estilo de interactuar con los otros, la personalidad, la visión al futuro, las actitudes y ante todo establece patrones de conducta que aunque sean disfuncionales pueden permanecer en el tiempo.  Escucho constantemente adultos que expresan “yo no grito así hablo yo, porque así hablaba mi mamá”, lo que ilustra la influencia de la cual estamos haciendo referencia.

Algunas teorías psicológicas plantean que el modelaje es el principal medio de aprendizaje social, el cual funciona a través de la observación, por lo que consciente e inconscientemente el hijo adopta conductas de sus padres y culmina imitándoles.  Incluso hay que recordar que desde esta perspectiva  hay hijos que prefieren recibir de sus padres el modelaje más distorsionado posible, esto con el fin de justificar su propio comportamiento y desde ese modelo justificarse.

¿Qué deseo formar en mis hijos?

Es una pregunta que nos coloca en una posición de consciencia y ante todo de alineación, es decir, nos invita a empatar nuestro comportamiento con aquellos ideales formativos que deseamos alcanzar en nuestros hijos e hijas, de manera tal que permite redireccionar nuestra energía, nuestras prioridades y lo más importante nos ayuda a renovar nuestro ser, es decir, donde está nuestra esencia: los valores.

Todo padre de familia coherente de su misión parental debe estar convencido de que su papel se resume a la formación de valores para la vida, pues son estas las herramientas que no sólo facilitan una toma de decisiones acertada sino que gratifican al brindar un sentido de realización.

Cuando un padre de familia se ha trazado un objetivo en su misión, posiblemente al pasar los años podrá entrar en contacto con su propio sentimiento de satisfacción, se sentirá orgulloso de su labor y ante todo de brindar su mejor esfuerzo con el fin de aportar en la vida de otros seres humanos: sus hijos.

Ese orgullo personal solamente será posible experimentarlo cuando a consciencia se ha llevado a cabo la tarea, cuando ha dado lo mejor de sí y por supuesto cuando a pesar de los años los hijos te continúan agradeciendo tus enseñanzas.  Si practicáramos un ejercicio de visualización al futuro, y nos trasladamos veinte años al futuro, ¿qué podrían expresar nuestros hijos de nuestras enseñanzas?, ¿qué recordarían como lo más valioso?, ¿qué aspectos los habría marcado positivamente? y ¿qué aspectos desearían revertir de sus propias enseñanzas?.

Todo lo anterior es lo que nos invita a responder a la pregunta: ¿Estoy claro del legado que deseo entregar a mis hijos?.  No puede usted olvidar que todo padre de familia deja huella en la vida de los hijos, solo que cada quien elige que tipo de huella desea dejar.

Herramientas para dejar huella positiva en la vida de los hijos

  1. Cuestione su propio comportamiento con el fin de atender áreas de oportunidad y de mejora.
  2. Nunca olvide que en ocasiones se escucha más fuerte las acciones que las palabras, por eso revise la calidad de sus acciones.
  3. Tenga presente que sus hijos le perciben a usted como un punto de referencia, así que decida utilizar esa influencia de manera favorable.
  4. Cada vez  que estés trasmitiendo a tus hijos una enseñanza pregúntese a si mismo si en un futuro será algo digno de agradecer o al contrario, algo que desearán revertir.
  5. La huella solo se puede dejar cuando existe claridad en los pasos que se ejecutan, así que has la lista de fundamentos que desea lograr en sus hijos.
  6. Empieza a caminar hacia el destino trazado…

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